MIS HIJOS SILENCIOSOS( prosa)

MIS HIJOS SILENCIOSOS

Medio día del 1° de Enero del 2008.
El Sol da de lleno en el balcón de mi cuarto, con un esplendor que abre la inquietud de salir a su encuentro.
Con una taza vacía en mis manos, bajo las escaleras hacia el primer piso de la casa. En la cocina enciendo el hervidor para hacerme un nuevo té, mientas mis perros rasguñan la puerta con insistencia, quieren entrar nuevamente a casa, para tenderse en mi cama, donde duermen que da envidia… pero no, los acabo de sacar fuera, para que vaguen por el jardín, tomen el sol y disfruten el aire libre que yo no estoy aprovechando.
Mientras hierve el agua, salgo por la parte delantera de la casa, hacia el jardín donde me recibe un hermoso Ciprés, elegante y altivo, que me saluda cordial agradecido por el agua que le dejé caer la noche vieja del 2007.
Mi jardinera bulle con las flores de las “alegrías del hogar”, unas de color anaranjado, otras de un rosado fuerte, son mi orgullo, mi plataforma al triunfo, pues sobrevivieron a la brutalidad del jardinero, un par matitas, las que con mucho cuidado fui mimando para sacar hijos y llenar nuevamente la larga jardinera que adorna la entrada de la casa. Hoy son pequeños tallos jóvenes, que cargan en su ropaje, las flores en forma de trébol, más hermosas y más alegres del jardín.
Mis rosas rojo furioso y las blancas casi transparentes, mueven sus pimpollos cariñosamente, en un ademán de saludo, ellas saben que son mi nota de máxima jactancia. Lo mismo hacen en forma muy señorial, las grandes flores de las hortensias, cuyo morado intenso son un signo de grandeza floral, imponente.
Ya di mi paseo ocular por lo que para mi es la esencia de la vida, mi jardín, mis flores, mi mano de tierra, mis hijos silenciosos, los que siempre están a la espera, del baño lujurioso que les entrego a la hora crepuscular, es casi un placer mutuo compartido en silencio.

(Freya)
1° de Enero, 2008