Se sienta la mirada sobre el borde
del agua que restriega mis codicias,
no puede ya mi alma infructuosa
sentir como se escurre
tu clara flojedad.
Sabiendo que sabía tus amores
dejé por mis caderas destilar
el surco que apagaba los rocíos
buscando entre mi musgo,
las ansias de tu piel.
Y envuelta entre mi sábana otoñal
atada a los sabores de las parras,
me bebo de las uvas el licor,
el vino enrojecido
que raspa la congoja.
No sé si habrá un beso de tus labios
que pruebe de mi boca esa sed
y embriague tus pasiones en mi granja,
mis muslos a tu arteria,
mis pechos a tu envés.
No sé si en un acaso,
bebamos de ese vino.
(Freya)
7 de Abril, 2009
Buscando el resplandor eterno
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Tú que persigues el eterno resplandor
y transitas un suelo hostil,
no vencerás a Poe en desventura,
talento y encendido pecho.
No podrás contender con un bo...
Hace 13 horas.
Con nostalgia se sienten tus versos... y duelen. Un placer leerte. Un fuerte abrazo.
ResponderBorrarGracias Salvador, mi estimado poeta, un honor recibir tu visita, tus ojos en mi letras y tu lindo comentario.
ResponderBorrarUn abrazo chileno a tu corazón mexicano.
Freya, hermoso, muy bello y muy sentido.
ResponderBorrarUn abrazo,
Elisa
Elisa, que linda eres, mil gracias por entrar a leerme, por los ojos que dejas en mis versos, gracias.
ResponderBorrarTe dejo mis besos para ti.